Juan Carlos Ferrero: “¿Carlitos? Tiene buena pinta”


Lo seguiré haciendo a mi manera

Carlos Alcaraz

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En los últimos días del torneo, los periodistas somos trileros de la información.

Emine Sinmaz viene a verme.

Escribe para The Guardian.

Dice que prepara una historia para el fin de semana, un retrato de Carlitos. Que cómo le veo, que cómo se le ve desde España.

–¿Le quieren ustedes tanto como querían a Rafa?

No sé qué contestarle a eso, así que le digo que uno y otro, Alcaraz y Nadal, se han hecho una faena entre sí. En España, los adolescentes ya no recuerdan a Nadal. Para ellos, Nadal es vintage, algo del pasado, un nombre que se apaga como las lágrimas en la lluvia. Le digo que los más mayores, en cambio, cuestionan a Alcaraz. Dicen que no llegará a ser tan grande como Nadal, y eso es una obviedad y un acto de crueldad.

–Es imposible ser tan grande como Nadal. Es el mejor deportista que ha habido nunca en nuestro país. Es uno de los veinte más grandes que ha habido nunca en la historia del deporte– le digo.

Emine Sinmaz asiente como si yo tuviera la verdad absoluta. La mía es mi verdad, que cada uno cargue con la suya.

Como todos los periodistas somos trileros, yo también hago de las mías. Cuando se marcha la cronista de The Guardian, me doy la vuelta y le pregunto cosas a Jennifer Paddock.

Paddock escribe para Tennis View USA. Es mi compañera de pupitre desde hace tres años, es amable y silenciosa y sigue el tenis estadounidense por el mundo, y ese último detalle es importante pues hoy mismo, a partir de las 14.30h española, Alcaraz se juega el pase a la final ante Taylor Fritz.

Taylor Fritz es un gigantón que sirve como el demonio. En lo que llevamos de torneo, suma 79 aces (salen a 15,8 por partido; Alcaraz, otro buen sacador, ha firmado 38, menos de la mitad). Fritz también es una de las grandes esperanzas del tenis masculino estadounidense, huérfano como está desde los tiempos de Ashe, Connors, McEnroe, Courier, Agassi, Sampras, Roddick…

–Aquellos años fueron increíbles, ¿sabe? –me dice Jennifer Paddock–: también teníamos a Chris Evert, Navratilova, Tracy Austin… el tenis era muy popular en nuestro país.

–¿Y hoy?

–Hombre, no lo es tanto. Vamos claramente por detrás del fútbol americano, del baloncesto, incluso del golf. Pero en los últimos diez años crecemos. Y gente como Fritz y su amigo Tommy Paul, compañeros de generación desde júniors, o Tiafoe, Korda y Shelton están haciendo mucho.

(Fritz es hoy el quinto del mundo. En el 2024, jugó la final del US Open. Paddock también me habla de la familia de Fritz. Su madre, Kathy May, fue Top 10 mundial en 1977: fue cuartofinalista en Roland Garros y en el US Open; su padre, Guy Fritz, no voló tan alto. Fue el 301.º. Morgan Riddle, la novia de Taylor Fritz, es una influencer. La siguen 455.000 instagrameros; en X, su presencia es anecdótica, me fascinan las asimetrías que se producen entre una y otra red).

Juego de informaciones

Los cronistas somos trileros: en la sala de prensa, vamos de aquí para allá compartiendo nuestros historias

Le pregunto a Paddock:

–El miércoles, Fritz dijo que se veía capaz de derrotar a Alcaraz. ¿Cómo lo ve usted?

–Ojalá lo logre. Pero no sé. Sinner y Alcaraz se encuentran a un nivel superior al resto del circuito. Si Fritz quiere hacer algo, tendrá que mejorar en el resto y en el revés. Es evidente que Alcaraz le atacará por ahí.

(…)

Este jueves, el equipo de Alcaraz no aparece en Wimbledon. Pasa el día fuera, paseando por el centro de Londres, ajeno al tenis pues hoy no juega ninguno de sus rivales y Alcaraz, en días así, prefiere enajenarse, hacer las cosas a su manera.

En la víspera, había peloteado junto a Álvaro, su hermano mayor, y luego ha jugueteado con el equipo en Aorangi Park. Ahora una petanca, ahora unas carreritas descalzo, incluso una croqueta, retorciéndose sobre la hierba… 

Carlos sigue siendo Carlitos.

Cuando le preguntamos a Juan Carlos Ferrero cómo lo ve todo, el técnico nos responde:

–Tiene muy buena pinta. No podía llegar de mejor manera a unas semifinales, de menos a más desde el debut ante Fognini.

–¿Y cómo ha sido ese proceso?

–Eso no se puede contar.

–Fritz dijo que, si jugaba como en los dos primeros sets ante Khachanov, podía ganar a Alcaraz.

–Es que el tío juega mucho. En fin, esos comentarios nos ayudan a estar más motivados. Pero uno no siempre se encuentra igual. No sé si Fritz se verá ante Alcaraz como se vio ante Khachanov. Todos los partidos son diferentes, las sensaciones vienen y se van.

Mientras aguardo la semifinal, me relamo esperando el retrato de Carlitos en The Guardian.

Cae Sabalenka: este Wimbledon tampoco es suyo

Todo lo que no hace Aryna Sabalenka, líder de la WTA, tenista atormentada en el Centre Court, lo hace luego Iga Swiatek, un metrónomo, perfecta de principio a fin. Mientras la bielorrusa, líder del circuito, se enreda y termina rendida ante la estadounidense Amanda Anisimova, otro talento de la poderosa escuela femenina estadounidense (6-4, 4-6 y 6-4), Swiatek atropella a Belinda Bencic. La destroza a base de puntos ganadores (firma 26, frente a los once de Bencic), un rapapolvo de 6-2 y 6-0 que anticipa cosas: nos cuenta que Swiatek (24), campeona de cinco Grand Slams, vuelve a escena.
El dato es importante. Decaída en estos tiempos, deprimida tras su positivo por trimetazidina (aceptó su responsabilidad, desapareció del circuito por un mes en el 2024), llevamos tiempo esperando su reacción. Ni un título suma en este año, una rareza en una tenista que se ha llevado 22 torneos desde su irrupción en el 2020, en aquel Roland Garros otoñal que se jugó en noviembre, bajo la lluvia, con curiosos y plumillas cubiertos con mascarillas. El pase de Swiatek, que nunca ganó Wimbledon, la lleva un paso más allá que Sabalenka, dueña de tres grandes, nunca la mejor aquí.





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